jueves, 3 de octubre de 2013

MUERE LENTAMENTE...

MUERE LENTAMENTE
Martha Medeiros


Muere lentamente quien se transforma
en esclavo del hábito, repitiendo todos los días
los mismos trayectos, quien no cambia de marca,
no arriesga vestir un color nuevo
y no le habla a quien no conoce.

Muere lentamente quien hace de la televisión su gurú.
Muere lentamente quien evita una pasión,
quien prefiere el negro sobre blanco
y los puntos sobre las “íes” a un remolino de emociones,
justamente las que rescatan el brillo de los ojos,
sonrisas de los bostezos, corazones a los tropiezos
y sentimientos.

Muere lentamente quien no voltea 
la mesa cuando está infeliz en el trabajo, 
quien no arriesga lo cierto por lo incierto
para ir detrás de un sueño,
quien no se permite por lo menos
una vez en la vida, huir de los consejos sensatos.

Muere lentamente quien no viaja,
quien no lee, quien no oye música,
quien no encuentra gracia en sí mismo.

Muere lentamente quien destruye su amor propio,
quien no se deja ayudar.

Muere lentamente, quien pasa los días
quejándose de su mala suerte o de la lluvia incesante.

Muere lentamente, quien abandonando
un proyecto antes de iniciarlo,
no preguntando de un asunto
que desconoce o no respondiendo cuando le
indagan sobre algo que sabe.

Evitemos la muerte en suaves cuotas,
recordando siempre que estar vivo
exige un esfuerzo mucho mayor que
el simple hecho de respirar.

Solamente la ardiente paciencia hará
que conquistemos una espléndida felicidad.


Martha Medeiros (Porto Alegre, 1961), publicista, escritora y poetisa brasileña. Cronista del periódico Zero Hora, de Brasil.

domingo, 17 de febrero de 2013

CLAUDIA, LA VACA



Claudia es agresiva, peleonera y le tiene especial aversión a los seres humanos, más a las mujeres, es, lo que en el rancho se dice, una vaca brava.
Comparte el corral y el potrero con La Pinta, La Osca, La Carablanca, La Barcina, La Colorada y otras más de su especie, que se identifican con nombres más o menos vacunos, que refieren sus características físicas. No es el caso de Claudia, que se llama simplemente Claudia.
¿De dónde viene el bautizo? De aquella maestra de la escuela. Cuando llegó se hizo cargo de que todo mundo notara su carácter fuerte, imponente, de pocas pulgas.
En ese entonces, Claudia era una vaca más, sin nombre, pero ya de muy mal carácter y una mañana avanzó hacia la maestra con manifiestas malas intenciones. La maestra, precavida, buscó resguardo y desde un lugar seguro comentó con Juan, el dueño de la vaca, -Ese animal no me quiere.
-¿Habla de la vaca?- preguntó Juan. -No, lo que pasa es que es una vaca celosa y mucho más con las mujeres bonitas...
-Pues sí está bonita la vaca, pero tiene muy mal genio.
-Se parece a usted, maestra, en que es bonita y también en que tiene mal genio-. Dijo Juan, presto a los requiebros y juegos de palabras.
-Es usted un grosero.
-No maestra, no quiero ofenderla, usted es muy bonita y muy geniosa también, igual que la vaca.
-No le puedo agradecer eso, me está comparando con una vaca.
-Ninguna comparación, maestra, cada una es bonita, pero a su modo de ser. Además, fíjese, no solo en eso se parecen.
-¿Hay algo más?
-¡Cómo no, maestra! ¡Mírele las ubres...!
Desde entonces, la vaca se llama Claudia.