domingo, 17 de febrero de 2013

CLAUDIA, LA VACA



Claudia es agresiva, peleonera y le tiene especial aversión a los seres humanos, más a las mujeres, es, lo que en el rancho se dice, una vaca brava.
Comparte el corral y el potrero con La Pinta, La Osca, La Carablanca, La Barcina, La Colorada y otras más de su especie, que se identifican con nombres más o menos vacunos, que refieren sus características físicas. No es el caso de Claudia, que se llama simplemente Claudia.
¿De dónde viene el bautizo? De aquella maestra de la escuela. Cuando llegó se hizo cargo de que todo mundo notara su carácter fuerte, imponente, de pocas pulgas.
En ese entonces, Claudia era una vaca más, sin nombre, pero ya de muy mal carácter y una mañana avanzó hacia la maestra con manifiestas malas intenciones. La maestra, precavida, buscó resguardo y desde un lugar seguro comentó con Juan, el dueño de la vaca, -Ese animal no me quiere.
-¿Habla de la vaca?- preguntó Juan. -No, lo que pasa es que es una vaca celosa y mucho más con las mujeres bonitas...
-Pues sí está bonita la vaca, pero tiene muy mal genio.
-Se parece a usted, maestra, en que es bonita y también en que tiene mal genio-. Dijo Juan, presto a los requiebros y juegos de palabras.
-Es usted un grosero.
-No maestra, no quiero ofenderla, usted es muy bonita y muy geniosa también, igual que la vaca.
-No le puedo agradecer eso, me está comparando con una vaca.
-Ninguna comparación, maestra, cada una es bonita, pero a su modo de ser. Además, fíjese, no solo en eso se parecen.
-¿Hay algo más?
-¡Cómo no, maestra! ¡Mírele las ubres...!
Desde entonces, la vaca se llama Claudia.