Comentarios muy personales sobre temas variados y acontecimientos de la vida cotidiana. Microrrelatos, cuentos, ficciones parecidas a la realidad, puntos de vista, intercambios, análisis y cosas que tienen que ver con mi forma de ver e interpretar el mundo.
A lo largo del año, los rarámuri, o tarahumaras, como son más conocidos fuera de esta región de la Sierra Tarahumara, tienen una gran cantidad de fiestas y celebraciones, algunas de carácter puramente festivo, otras de carácter ritual y otras más que son una mezcla de ambos propósitos, es decir, sirven para socializar, estrechar lazos comunitarios y divertirse, a la vez que constituyen una forma de agradecer y pedir dones como la lluvia, buenas cosechas, curar tierras de cultivo y animales y pedir por la salud.
La mayoría de las fiestas rarámur guardan una estrecha relación con el calendario católico, y es notoria la influencia de la religión católica, que fue introducida por los misioneros jesuitas que llegaron junto con los primeros colonizadores de esta tierra. Hay, eso sí, una interpretación muy propia del cristianismo y los rituales conservan rasgos de la religión primitiva que adoraba al sol, la luna y otros elementos de la naturaleza.
Con diversas variantes regionales y hasta de una comunidad a otra, el ciclo de fiestas rarámuri comienza con la recolección de la cosecha. Es tiempo de agradecer y coincidentemente la religión católica celebra el 12 de octubre el día de la Virgen del Pilar. La Virgen del Pilar es la patrona del pueblo de Norogachi y en este pueblo se lleva a cabo una de las mayores celebraciones indígenas, con danzas de matachín.
Los matachines que se bailan en La Tarahumara son diferentes a los que se bailan en el resto del país y otros países. Es una reinterpretación y adaptación al modo de vida rarámuri de esta danza traída por los misioneros; se baila con música de violín y guitarra y el atuendo es de vivos colores y un tocado o corona de espejos y adornos de listones de colores o papel de china.
El ciclo festivo termina al finalizar la Semana Santa, en la que se hace una representación muy propia de la pasión y muerte de Jesucristo, que deriva en una celebración en la que las danzas son con el cuerpo pintado, al sonido del tambor y la flauta. Dicho de esta forma suena simple, pero cada parte de la celebración tiene un ritual específico muy significativo.
Al término de la Semana Santa es tiempo de preparar y sembrar nuevamente la tierra, se cierra un cicloy con la producción comienza otro.
Mención aparte en el ciclo festivo rarámuri merece el ritual del yúmari, quizá la ceremonia más tradicional rarámuri, que sobrevivió a los años y al celo evangelizador de los primeros misioneros. Del yúmari me ocuparé de escribir en la próxima entrada del blog.
Estuve varios días sin conexión a Internet. Sé que a muchas personas les pasó lo mismo porque escuché varios comentarios al respecto y algunos giraban en torno a la dependencia que nos hemos creado de este rapidísimo y moderno medio de comunicación. Puedo decir ahora que sobreviví sin problemas desconectado del resto del mundo virtual, pero me doy cuenta de que sí, efectivamente muchas personas han creado una especie de adicción o dependencia muy fuerte de la red. Mi filosofía me dice que hay que tomarse las cosas como vienen y con calma, lo que tenga solución se va a solucionar, lo que no, pues ni llorar es bueno. Aclaro que mi filosofía no me indica que hay que estar pasivos a la espera de los acontecimientos, sino ocuparse, en vez de preocuparse.
Como sea, estamos de nuevo en la red, Guachochi está de nuevo en la red, porque parece que hubo una falla generalizada en el sistema de conexión. Habría que preguntarle a Telmex que es lo que pasó y que es lo que sigue pasando, porque la conexión está demasiado lenta y se cae muy seguido. Averigüé que no solamente yo estoy pasando por este problema y por lo pronto la explicación que he escuchado es que esto se debe al clima. ¿Será por el frío que hace hoy?
Mientras se cae de nuevo, espero que no sea en este momento, aprovecho para saludar a los amigos y a los dos o tres lectores de este medio abandonado blog. En estos días me estaré poniendo al corriente.
He estado practicando Reiki durante los últimos dos años. Llegué a esta disciplina por una inquietud muy personal de conocer terapias alternativas, distintas formas de crecimiento espiritual, de sanación natural y como es que se entiende en distintas culturas el concepto y la relación de salud-enfermedad. Esta inquietud fue creciendo a través de una relación de años con la medicina tradicional rarámuri, las plantas medicinales y los remedios caseros que durante muchísimo tiempo han hecho frente de forma muy efectiva a distintos padecimientos. Mis intereses personales han tenido mucho que ver, desde que me acuerdo, con la cultura y tradiciones de la cultura tarahumara, particularmente con la medicina tradicional.
Pero volviendo a Reiki, antes de mi iniciación en este estilo de sanación natural y más que eso, de relacionarse de forma positiva con el entorno universal, apenas sabía unas cuantas cosas, entendía que era una técnica de orígen japonés para curar enfermedades, pero ahora sé que es mucho más que eso.
Reiki, más que una terapia o una forma de curar, es un estilo de vida que tiene que ver con la salud integral, cuerpo, alma y espíritu, entendiendo como salud mucho más que la ausencia de enfermedad, la alegría de vivir, la capacidad de dar amor y establecer una relación armónica con el entorno, con la naturaleza, con los demás seres humanos, con la energía del universo.
El iniciador de la terapia Reiki, de este estilo de vida que significa Energía Universal fue el doctor Mikao Usui, monje sintoísta japonés de principios del siglo XX, quien más que descubrir una nueva forma de curar enfermedades, redescubrió y puso en práctica conocimientos ancestrales de su pueblo para encontrar la armonía interior y por consecuencia la salud.
Con la práctica, después de mi iniciación por un maestro Reiki, he ido aprendiendo más cosas y sensibilizándome más con esta forma de entender la energía universal. Se que así como en el mundo hay muchísimos practicantes y maestros serios de esta disciplina, también hay charlatanes. Se también que dado el escaso sustento científico que tiene esta disciplina, tiene también muchos detractores.
No es el caso de esta entrada convencer o evangelizar. Respeto profundamente todas las ideas, aún las contrarias a las mías, solo quise dejar un testimonio de algo que en lo personal me ha servido mucho en mi vida cotidiana, sin que piense que los resultados pueden ser iguales para todas las personas. Entiendo que cada ser humano es un universo compuesto a su vez de muchos pequeños universos e inmerso en un universo mucho mayor, en cada uno de ellos las leyes se repiten y Reiki busca armonizar las fuerzas en cada uno de esos universos.
Hay mucho más que decir al respecto, en verdad me apasiona el tema, pero por hoy aquí queda.
En la pequeña localidad de Satevó, municipio de Batopilas se encuentra la antigua misión del Santo Ángel Custodio de Satevó, construida entre 1760 y 1764, por los jesuitas que llegaron a esta parte de la barranca chihuahuense para evangelizar a tarahumares y tubares (grupo indígena extinto en la actualidad.
La misión es una bellísima construcción que destaca desde lejos en este pueblito que se encuentra a unos seis kilómetros de la cabecera municipal de Batopilas.
A lo largo del tiempo la construcción ha recibido diversas modificaciones y "rehabilitaciones", por lo que en la actualidad ya no se ve con ese característico color rojo de sus cúpulas, la fachada encalada y paredes de ladrillo con la que se veía hace años en fotos y carteles de promoción turística.
Años antes, tanto la fachada principal como las cúpulas eran de color blanco.
En la actualidad la misión de Satevó luce muy diferente, debido a la rehabilitación de sus paredes, fachada, torre y campanario. Sigue siendo una hermosa construcción, visible desde muy lejos en la ruta Batopilas-San Ignacio o Batopilas-Polanco, aunque personalmente creo que las transformaciones le quitaron mucho de ese encanto único que tenía, quizá por el aire de antigüedad y nostalgia.
Las primeras dos fotos las tomé de la red, así es que los créditos van para quien corresponda. Ambas muestran la parte lateral y posterior de la misión vista desde el camino de Batopilas a San Ignacio (actualmente hay un nuevo camino), en lo que podría considerarse como el acceso principal de Satevó. La última foto la tomé yo, desde el patio de la casa de la familia Isaguirre, a quienes agradezco el que me hayan dado hospedaje, alimentos y amena conversación a principios de noviembre de 2008.
En el pueblo de Norogachi había un
hombre mestizo que era buen amigo de los rarámuri y por eso era bien aceptado
en las teswinadas y hasta lo invitaban cuando se trataba de una fiesta o de
trabajar juntos y luego tomar teswino.
Este hombre iba gustoso y participaba
en las faenas trabajando igual que los demás, pues tenía una buena convivencia
con los rarámuri y hablaba bien su idioma.
El gran defecto que tenía este hombre
era el gusto que tenía por contar mentiras. Era tan mentiroso que costaba
trabajo creerle cuando decía la verdad.
Así era el, contaba unas historias
fantásticas con lujo de detalles, como si en verdad las hubiera vivido. Pero
como ya lo conocían todos y sabían que eran puros inventos suyos, le hablaban para
pedirle que les contara sus aventuras y divertirse con las cosas que decía. Eso
sí, cuidaban muy bien de no reírse delante de él, porque lo consideraba una
ofensa y falta de crédito a sus palabras.
Una de las cosas que platicaba como si
en verdad hubiera ocurrido, era la ocasión en que anduvo montado en un oso.
Contaba que una mañana ensilló su
mula, compañera de muchas aventuras, para ir a campear y buscar una vaca que se
le había perdido.
Anduvo todo el día en el monte sin
encontrar rastros de la vaca. Se alejó mucho de su casa, se le hizo tarde y
como empezaba a oscurecer, no le quedó más remedio que buscar un lugar para
pasar la noche.
Pensando que si se quedaba,
continuaría la búsqueda de su vaca al día siguiente, hizo campamento junto a un
madroño muy grande. Desensilló su mula y la dejó suelta para que buscara pasto
y agua, confiando en que era una mula muy mansa y no batallaría para ensillarla
de nuevo cuando la necesitara, pues era una mula que entendía muy bien sus
palabras y el le dijo que se quitara el hambre y la sed con el pasto y el agua
que había en los alrededores y luego regresara al campamento porque en
cualquier momento podría necesitarla.
El hombre hizo una fogata para
calentar sus tortillas de maíz rellenas con frijoles, fue por agua a un
arroyito cercano y puso a cocer unas matas de yerbanís de las muchas que había
por ahí donde se encontraba.
De su bolsita de pinole sacó una
piedrita de piloncillo y endulzó su bebida de yerbanís que le supo así muy
sabrosa. Luego, se fumó un cigarro de tabaco cimarrón y se dispuso a descansar
porque ya tenía mucho sueño.
Se enredó en su cobija, puso la silla
de montar como almohada y se quedó profundamente dormido, sin darse cuenta de
lo que pasaba a su alrededor. Así durmió de un solo golpe hasta la madrugada.
Se despertó cuando eran como las
cuatro de la mañana, según sus cálculos y como ya no tenía sueño, pensó que era
mejor levantarse ya para ganar tiempo en la búsqueda de su vaca.
Estaba bastante oscuro todavía, pero
le tenía mucha confianza a su mula y sabía que no le asustaba andar en la
oscuridad, de manera que tomó el lazo, lo amarró al cuello de la mula y luego
procedió a ponerle el freno.
Notó a la mula un poco rebelde al
ponerle el freno y se puso a platicar con ella para tranquilizarla. –No te me
rajes mi mulita chula- Le dijo. –Vamos a subir al cordón a ver si amaneciendo
podemos divisar la vaca. Si no, pos nos regresamos y te dejo descansar todo el
día-.
Haciéndole plática logró ponerle el
freno y se felicitó una vez más por tener una mula tan entendida, pues estaba
seguro de haberla convencido con sus palabras y con esa confianza le echó la
silla encima, la ajustó y se montó de un salto para emprender rápidamente el
camino.
No entendía por qué encontraba algo
raro en el paso de la mula, pero no le dio demasiada importancia. Siguió
adelante y fue a subir al cordón alto para divisar desde ahí en cuanto hubiera
luz de día, con la esperanza de ver a su vaca.
Se puso a cantar una canción pero
siguió pensando en ese trotecito raro de la mula y en que a lo mejor hacía
falta cambiarle las herraduras o que ya había perdido alguna. Total, decidió
esperar a que hubiera luz para revisar las patas de su bestia.
Todavía no aclaraba bien, pero ya
había un poco de luz cuando iba subiendo a lo más alto del cordón. Con esa poca
claridad se le figuró que las orejas de la mula eran más chicas que el día
anterior y se le hizo chistoso. –Parece que todavía estoy soñando- se dijo a sí
mismo.
De cualquier modo no se quedó a gusto
y en cuanto subió a un planito para revisar que estaba pasando y se encontró
con una gran sorpresa.
¡No era su mula!
Lo que tenía junto
a él era un oso ensillado y con el freno de su mula puesto, que lo miraba
mansamente.
Entonces se dio cuenta de que se había
equivocado en la oscuridad y en lugar de ensillar su mula, ensilló un oso que
andaba ahí cerca.
Como ya estaba ahí, no le quedó más
remedio que montar nuevamente en el oso y seguir buscando su vaca.
Finalmente la encontró, pero tuvo que
recorrer el monte durante un buen rato, montado en el oso, que parecía muy
dispuesto a cooperar, pues se portó muy mansito.
Ya de regreso, se encontró con su mula
que lo estaba esperando en el lugar donde había hecho campamento el día
anterior. Se bajó del oso, lo desensilló y lo dejó en libertad, agradeciéndole
el servicio prestado durante ese día y ensilló su mula nuevamente para regresar
a casa.
Bustillos Gardea NOEL IRAN, Sotelo Holguín MARIA DEL CARMEN. CUENTOS
DE LA SIERRA TARAHUMARA/ RA'ICHALI KAWICHÍ NIRÚAMI (ED. BILINGÜE
ESPAÑOL/RARÁMURI). Chihuahua, México. Doble Hélice Ediciones. Colección
Sol y Arena No. 17. 2007
Estos son días en que el ambiente está cargado de buenas intenciones, frases amables, abrazos, expresiones de buenos deseos y nobles propósitos. Me gusta eso y ojalá fuera así siempre, en cualquier época y en cualquier día del año, pero ocurre que la dinámica diaria parece ganarnos y a medida que pasan los días y el año nuevo va envejeciendo, se van quedando también rezagados los buenos propósitos, los gestos amables y los abrazos. Por lo pronto, antes de que esto ocurra, ¡un abrazo enorme colmado de buenos deseos de salud y bienestar para todos en este año 2010!
Para quienes acostumbran hacer una lista de propósitos de año nuevo, les deseo que tengan el ánimo y la fuerza de voluntad para cumplirlos, para quienes no lo hacen de forma tan metódica, también les expreso mis deseos de éxito en cada actividad que emprendan.
Mi lista de buenas vibras incluye por supuesto a mi familia, amigos, conocidos, compañeros de trabajo, vecinos, personas con las que interactúo de una u otra forma, a los lectores de este blog y a todas las personas y seres de este universo. Suena un poco ambicioso, quizá, pero estoy convencido de que los buenos deseos pueden convertirse también en buenas acciones, así es que aunque suene trillada la frase, ¡Salud, paz y amor para todos!